Tras las fiestas navideñas, un año nuevo ha empezado y de vuelta a la rutina nos planteamos si es necesario continuar con las farsa de aguantar a la suegra cuando ya no hay langostino por en medio.
Y es que estas fiestas, no sabemos muy bien por qué, inspiran en todos un espíritu de amor y solidaridad que parece desaparecer cuando debes responder a la llamada del despertador cada mañana para coger un bus infernalmente lleno de gente que olvida ese espíritu en el momento de meterse en la ducha y luego llegar a un trabajo donde tus mejores compañeros no tienen ningún reparo en treparte por la chepa para poder subir más alto que tú.
Así es la vida amigos míos, o así se empeñan algunos en aceptarla.
Pero, ¿no es verdad que a todos nos gustaría vivir una eterna Navidad? quizá deberíamos ir un poco más al fondo de la cuestión y ver qué es lo que tienen estas fechas de especial. Quizá remontándonos a nuestras perdidas tradiciones (según afirmaba Ana Blanco en el informativo de TVE) hallaremos cierto sentido a ese espíritu que debería ser extrapolable al resto de días del año puesto que estoy segura de que a muchos les habrá devuelto la sonrisa cualquier mínimo contacto que hayan tenido con la realidad navideña.
Así os deseo a todos un feliz y próspero año nuevo cargado de la misma alegría de que espero que hayáis disfrutado estos días.
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